Una plaza
tranquila y pacífica. Música alegre por
todos lados, restaurantes en los alrededores y el bello teatro Ángela Peralta
en el fondo. Esta es la Plazuela Machado, ubicada en el centro histórico de Mazatlán;
un lugar de encuentro para los jóvenes, niños y familias del puerto. Pero en
los días de carnaval la Machado, como la llaman los mazatlecos, se transforma.
Ahí miles
de personas gozaron cinco días de fiesta
interminable por toda la ciudad. El escenario montado en Olas Altas, los espectáculos en la Avenida del Mar, los
fuegos artificiales del Combate Naval, coronaciones, conciertos, fiestas y a la
gente feliz en todas partes. Pero en ningún sitio de la ciudad la gente parecía
tan feliz y alegre como en la Plazuela Machado.
Música de
todos los estilos salió de instrumentos y altavoces en cada esquina de la
plaza; se podía comer, beber, cantar y
bailar. Niños aprendiendo desde ahora a disfrutar, entre fantasía y realidad
salpicada de música y baile, la fiesta
máxima de la ciudad, ancianos aprovechando la renovada vitalidad que el carnaval
les trae.
La Machado
lució iluminada, cubierta de confeti y adornada con estatuas de papel maché. El
viejo kiosco en el centro de la plaza recibió a las mejores bandas locales. Las
calles de los alrededores lucieron atestadas de mazatlecos y visitante que no
lograban decidirse por algún lugar dónde saborear unos churros, una rica “gordita o una crepa al estilo sinaloense. Era difícil
entrar, era difícil salir, un breve recorrido…pero fue bueno caminar por La
Machado.
Ya entrada
la noche, todos lucían contentos y cansados, daban una última vuelta a la plaza
antes emprender el regreso al hogar para renovar fuerzas y regresar al día
siguiente. Atrás quedaba una plaza llena de basura, misma que a ritmo de
carnaval fue limpiada por los empleados municipales. Y así fue hasta la
madrugada del martes, cuando el día despertó tranquilo y la plaza limpia en
espera del carnaval del próximo año.
Isabela Almeida
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