Iván Rojas
es un hombre de menudo figura, carácter ameno y de hablar pausado. Pero detrás
de su casual presentación, esconde en su
alma la pasión por las artes plásticas, lo que lo ha llevado a destacar
en el medio artístico gracias a su obra que lo consolida como uno de los talentos más
sobresalientes y prometedores de la localidad.
Descendiente de una familia de
tradición artística, su padre y abuelo fueron músicos, por lo que su formación como artista comenzó desde los seis años en el Instituto Nacional de Bellas Artes, donde posteriormente su padre se convertiría en director del recinto, lo que facilitó su aproximación al arte, puesto que todos los días frecuentaba las
instalaciones del instituto.
Gracias a su sólida formación y buen
desempeño, le delegaron el puesto de maestro en pintura infantil a sus escasos
16 años. Su constante desenvolvimiento en el medio artístico le permitió
relacionarse con maestros que marcarían su formación. Con una sonrisa de
orgullo y nostalgia, como quien recuerda los buenos momentos del pasado, nos
confiesa que el pintor mazatleco Roberto Pérez Rubio fue el mentor que lo motivó a adoptar el arte abstracto como estilo característico de su obra.
"Era amigo del hijo de Roberto Pérez
Rubio, y gracias a él conocí al gran pintor que era su padre. Con el paso del
tiempo me hice más amigo de él que de su hijo. Roberto es mi mentor. Fue un
hombre que me formó en mi carrera como pintor y me inspiró a desarrollarme en
los terrenos del arte abstracto. Su principal discurso era que cada quien
encontrara su camino; que cada quien dibujara su monito y como pintor
desarrollara su sello característico”.
“Cuando llega la imprenta, se pierde
calidad en la reproducción; es lo que pasa cuando se intenta ser masivo. Lo
mismo pasa en la pintura cuando aparecen la serigrafía, las técnicas de grabado
y la fotografía. A partir de ahí, el artista reconoce que la figura ya no es el
problema esencial de la pintura. Para mí el problema esencial es el color, y en
el problema de la forma me enfoco más en el concepto y no el objeto, por eso mi
arte es abstracto”.
Una vez que el Instituto Nacional de
Bellas Artes de Mazatlán cerró sus puertas, Iván abandonó su tierra y emigró a León
Guanajuato en 1995 para continuar su formación como artista. Diez años en
aquella ciudad, le sirvieron de evolución en su carrera.
“León es una buena ciudad para ser
artista; la gente tiene mucho la cultura de comprar cuadros y obras de arte. En
Mazatlán no se tiene mucho esa cultura; la gente prefiere gastar su dinero en
fiestas.
Vivir todos esos años en Guanajuato le dieron otra dimensión a mi formación, conocí a muchos maestros y asistí a diversos festivales de arte”.
Vivir todos esos años en Guanajuato le dieron otra dimensión a mi formación, conocí a muchos maestros y asistí a diversos festivales de arte”.
Tras una década de ausencia, el
pintor regresó a su lugar de origen para integrarse al equipo de difusión cultural en el área de relaciones públicas, invitado por Juan José Rodríguez
que en aquellos años era director del Instituto mazatleco de la cultura. Posteriormente
dio clases en la Universidad de Durango (2005-08) y actualmente a sus casi
cuarenta años, cursa la licenciatura en Sociología en la Universidad Autónoma de
Sinaloa.
“Mi inspiración proviene de la
historia del arte y los grandes maestros que ella contiene, pero la sociología me
ayuda a ampliar mis referentes y enriquecer mi reflexión. En lo personal no
intento proyectar un tema en mi obra, son tantos valores que en realidad lo que
evoca son una serie de paisajes mentales. La mancha toma el lugar de un
paisaje. El territorio de colores toca la profundidad casi geográfica, de modo
que el inconsciente pueda relacionarlo con muchos paisajes y significados.
“Mi obra es muy experimental. He
trabajado con todo tipo de materiales, desde orgánicos hasta inorgánicos; he
explorado la naturaleza del color, no solamente en lo convencional o la
tonalidad original del color, sino en una búsqueda constante de nuevas formas.
Como artista tengo que tomar en cuenta cómo afectan ciertos procesos de tiempo
en la resistencia de los materiales o hasta cómo cambian los colores con el
tiempo encima”.
Finalmente el pintor nos compartió
el proceso que lleva cada pintura y las aspiraciones que lo impulsan a seguir
pintando. “Elaborar una pintura es un proceso complicado. Tiene una apertura, después
viene rigurosamente la parte del método, y finalmente viene la partes de las
preguntas ¿Cómo sigo? ¿Qué añado? ¿Qué niego? ¿Cómo culmino? ¿Qué sentido le
doy? Es como hacer una ensalada; primero ya sabes que te la vas a comer; después
tú sabes por los elementos que eliges el valor nutrimental que tiene; y
finalmente por el tipo de aderezos que le pones sospechas el valor que va a
tener esa ensalada. Hasta que la comes es cuando aprecias la calidad de los
elementos que usaste, pero todo es producto de proceso consiente”.
“Lo que en realidad quiero es llegar
a conquistar el mundo y ser presidente de la república . Sonríe y después reafirma:
“pintar es mi pasión, no imagino mi vida de otra manera. Y así como la política
y la educación pueden construir una mejor sociedad, creo que el arte es una
herramienta para crear mejores seres humanos”.